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jueves, 29 de mayo de 2014

En mayo en ENTC: La isla de las mujeres

Isla Mujeres es un pequeño municipio caribeño de México. Ese es el único nexo de mi relato con el tema de este mes de Esta noche te cuento... Me temo que mi imaginación no ha podido adentrarse en islas llenas de amazonas ni en Ulises navegantes que sucumben a cantos de sirenas.
Este es mi relato:


Monólogos
Hoy como tortilla. Necesito podar el magnolio. Y han despedido a Julián, el del super. Además me he cortado con el cuchillo de las patatas. El pequeño. Me pregunto qué sentido tiene llamarte para contarte estas cosas. Pero las ramas del jodido árbol  están a punto de atravesar las ventanas del  estudio. Marco tu número. De nuevo el contestador. Aún así te lo cuento todo. Ya sabes que nunca me gustó el jardín. Y hay más cosas. Mi bici sigue en el taller.  Sí, es verdad, eso ya te lo conté ayer.  Juan y Noelia se han separado y ahora él vive en Isla Mujeres con una mejicana de veintidós años.  Se veía venir. Cuando se ve venir es más fácil. Y sí, llamaré a Mario el jardinero de los vecinos. Te lo prometo. No, no me duele el corte. Le he echado Betadine. Y así sigo, hasta que se agota tu batería. Después saco tu móvil del cajón y lo pongo a cargar. Llamo otra vez.  Cuatro pitidos. Y tu voz, apenas dos segundos.
Hola, soy Fernando. Deja tu mensaje.
Te echo de menos. Hoy como tortilla.


martes, 6 de mayo de 2014

NO HAY MONOTONÍA..........

Da igual las veces que te llamen, que no sea la primera vez. Cuando suena el teléfono y te llaman de Wonderland, el día es más claro. El lunes es menos lunes.
Aquí os dejo mi Wonderland de hoy. Se llama Monotonía. De nuevo me emociono y me cuesta terminar....

Aquí está, hacia el minuto 55:
Audio Wonderland 6 de mayo


Y aquí el texto, al que acompaño de una fotografía especial, de mi hija, que me la ofrece para acompañar este texto con toda su ilusión:
Laguna de Louro.  Fotografía de Xoana Penas Portabales


Monotonía

Sucede que el hombre, por fin, esa mañana, reúne el valor necesario. 
Al borde del acantilado y antes de saltar, decide demorarse unos instantes. Observa como el mar muerde furioso la pendiente escarbada.
Acierta a vislumbrar la vorágine de vida que yace en el fondo. Intuye un mundo de seres que, como él, un día, deciden asomar al precipicio.  Ve sus rostros abotagados por la muerte. Saborea sus vidas húmedas, idénticas e inamovibles. Le asalta su rutina infinita de agua y sal. 
Desesperado, decide dar media vuelta. Corre. Pretende alcanzar, todavía, su eterno tranvía de las nueve cuarenta y dos.